El Arte de la práctica de la aceptación

‘ El camino perfecto carece de dificultades excepto la de negarse a admitir preferencias, sólo cuando se ha liberado del odio y del amor se revela plenamente y sin disfraces. Todo es adecuado y a

‘ El camino perfecto carece de dificultades excepto la de negarse a admitir preferencias, sólo cuando se ha liberado del odio y del amor se revela plenamente y sin disfraces. Todo es adecuado y a la vez nada es adecuado ‘

Koan

En nuestra vida cotidiana, la mayoría de tiempo dedicado a nuestro pensar es de carácter egocéntrico. ¿Por qué sufro? ¿Por qué tengo problemas?

Creo haber descubierto la necesidad, la absoluta necesidad, de creer en la nada. Es decir, hay que creer en algo que no tiene forma ni color, en algo que existe antes que todas las formas y colores aparezcan. Ésta es una cuestión para mi muy importante.

No importa en qué Dios o Doctrina se crea o qué práctica sigamos; si uno se apega a ella, la creencia se basará en mayor o menor grado en una idea egocéntrica. Es el esfuerzo por lograr una ‘fe perfecta’ con el objeto de obtener la propia salvación. Además, se ve uno involucrado en una práctica idealista. Mientras se trata constantemente de realizar el propio ideal, no se tiene tiempo para mantener la serenidad, y estar plenamente presente en ser y estar…

Por eso creo, bajo mi punto de vista, que es necesario ‘creer en la nada’. Más esto no quiere decir vacuidad. Hay algo, pero ese algo está siempre preparado para tomar alguna forma en particular, y en su actividad sigue ciertas reglas, teorías o ‘verdades’.

Cuando esta experiencia se personifica, le asociamos a una deidad; cuando la comprendemos como la suma verdad, la llamamos ‘principios religiosos’ y, cuando aceptamos la verdad y actuamos como una parte de la Deidad o conforme a la teoría, nos llamamos a nosotros mismos ‘practicantes’.

Pero aunque puedan existan tres formas básicas definidas como tal, creo que se trata de una existencia que no tiene forma ni color y que siempre está dispuesta a tomar forma y color.

No es meramente la enseñanza de la práctica, sino la absolutamente necesaria comprensión de nuestra vida, de ser, de estar… Sin esta comprensión, nuestra práctica en todos los ámbitos y aspectos, no nos ayudará. Estaremos atados a nuestra ‘creencia’ y tendremos mayores inconvenientes por culpa de ella.

Cuando se práctica la escucha, a través de ser y estar en la oscuridad, es posible que uno oiga la lluvia que cae del techo. Después, la niebla maravillosa se deslizará por entre los árboles y más tarde aún, cuando la gente comience a trabajar, se verán las hermosas montañas.

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No obstante y en paralelo, algunos se disgustarán al oír la lluvia mientras están acostados en la cama por la mañana, porque se olvidan de que luego verán salir el radiante sol por el oriente…

Cuando concentramos la mente en nosotros mismos, tenemos esa clase de preocupación; sin embargo, cuando nos aceptamos a nosotros mismos como la personificación de la verdad, no tenemos preocupación alguna. Pensamos ‘está lloviendo’, pero no sabemos qué pasará después, y a la hora de ‘salir a la calle’, tal vez el día sea hermoso o haya tormenta.

Cuando uno se ve a sí mismo como personificación temporal de la verdad, no tiene dificultad alguna. Apreciará lo que le rodea y se apreciará a sí mismo como parte maravillosa de la gran actividad y del Gran Todo, incluso en medio de las dificultades.

Bajo mi punto de vista, éste es el Arte de la Práctica de la Aceptación, mi Dharma como modo y fundamento de vida así como mi causa y principios dentro del BUDO.

Lo mejor es gozar por ahora, del sonido de la lluvia…

 

Adaptación de textos de S. Suzuki

Joan Rubio Mulero

MUSUBIKAI AIKIDO BADALONA